Pisamos Viena a las 8:22, un domingo. La
tranquilidad con la que se vive me asombra. No puedo entender a la gente que
espera el semaforo para cruzar aun cuando ve que a un kilometro a la redonda no
vienen autos. Es una paciencia y forma de vivir extremadamente pacifica, y con
esto no digo que este bien, en algunos casos me enloquece.
Parece un mundo perfecto, donde los ciegos tienen
su ruido especial para saber por donde y cuando moverse. Las rampas permiten a
las personas en sillas de ruedas moverse sin ninguna dificultad. Si uno mira el
mapa por un tiempo prolongado no tardara una persona en acercarse a ofrecer
ayuda. Es raro para nosotros que vivimos a otro ritmo, yo no podria, aunque
genera en algunos casos ciertos celos.
En el hotel recien podiamos ingresar a las 15,
igualmente fuimos para dejar la valija. Nos encontramos con muy buena
predisposición y buena onda, esperamos solo media hora en recepcion y ya
teniamos la habitación. Subimos al tercer piso y entramos al cuarto.
Totalemente nuevo, espacioso y muy lindo. Con las fotos tenia altas
expectativas que se cumplieron.
Nos cambiamos la ropa, acomodamos las valijas y
partimos para el centro. Fuimos por una calle que parecia el centro por los
locales que tenia, pero nos dimos cuenta que el centro era todavia mejor, con
varias diagonales como peatonales. Recorrimos toda la ciudad en esa
mañana/tarde. Conocimos todo sobre Mozart, en Viena lo aman, es su ejemplo de
vida. El parlamento es algo imponente, al igual que los jardines enfrentados al
palacio donde residia la reina Maria Teresa.
La gente se viste como para ir a una fiesta, en la
calle se prioriza la perfeccion, cuesta encontrar un papel tirado en el suelo y
nos unimos a esta forma de vivir, sentimos que si haces algo mal te miran con
ojos extraños. Hay varios tours pero son muy caros, mejor conocer todo
caminando con el mapa, a veces perderse esta bueno.
Hay un reloj en el centro, frente a la Opera que en las horas en
punto y sobre todo a las 12 tiene un lindo escenario donde Mozart, como en
todas las situaciones, se pasea junto a otras personas por todos los horarios
hasta llegar a la hora nueva. Se juntan muchas personas minutos antes.
Una especialidad de Viena son los paseos en
carruajes, el dueño que te guia por la ciudad y los caballos que realizan el
trabajo. Con Tati no compartimos esta situación.
A la tarde fuimos otra vez para el centro y a la
hora de la cena decidimos comer en KFC (que no es CFK), un lugar de comidas
rapidas, donde la especialidad es el pollo frito. Todo muy rico salgo los Hot
Kings que estaban super picantes. Me gusto la Coca grande de un litro, nunca la habia visto.
Mañana vamos a Praga, pero antes prometido a Tati
pasar por los locales de ropa que parecen baratos a ver si podemos engordar la
valija.
La ducha del hotel era perfecta, la habitación
tambien. Me arrepiento de habernos quedado solo una noche en Viena, una ciudad
que se puede recorrer a las apuradas en un dia, pero que hubiese estado bueno
tener mas tiempo.
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