lunes, 17 de septiembre de 2012

Vida submarina


La habitación es un caos. Tres valijas abiertas, los bolsitos, los toallones estirados encima de los inflables, cables por todos lados y olor a humedad. Pero lo mas importante estaba garantizado: el aire acondicionado. Por la noche tenemos frio, nos tapamos hasta las orejas, de esta forma se disfruta dormir. Nos levantamos temprano para un dia especial.
Primero tomamos el desayuno y preparamos todo para estar a las 10 en la estacion de bus y tomar el 15. Nunca vi un colectivo mas vueltero, va al norte de la ciudad para acumular pasajeros y recien ahí comienza su camino a la zona sur. Agarramos la ruta e imagine un viaje extenso. Todo lo contrario, en solo algunos minutos llegamos a Coral Beach, un emprendimiento privado y absurdo. Cobra una entrada muy cara, ademas del alquiler de objetos para bucear cuando a solo unas cuadras esta la misma playa y sin ninguna necesidad de reducirse al espacio que proponen.
Hay poca arena que se mezcla con piedras pequeñas y reciben el golpe tenue del mar rojo, de sus pocas olas. El color del agua es algo nunca visto, totalmente transparente como ya habiamos conocido, pero esta vez con algunos agregados. Hay peces nadando al lado nuestro a cinco metros de la orilla con toda la tranquilidad, de variedad de colores y tamaños. Me acerco con cautela, hasta el punto de estar a centímetros y cuando se dan cuenta y huyen rapidamente. Son una belleza.
En mi caso que amo el mar puede ser muy lindo, sin embargo para Tati todo lo contrario. Intento enfrentar ese miedo que tiene desde que la conozco por los peces, de aquel momento que estuvimos en las playas de Brasil y se me trepo cuando aparecieron algunos peces diminutos. La diferencia que existe en Eilat es que desde afuera del agua se pueden ver con mucha facilidad, entonces meter la cabeza resulta a veces complicado.
Por otro lado hay gente muy acostumbrada que en el sitio donde esta plagado de animales flojan como si no existiera nada, un extremo al que no llego por el momento. Tomamos sol, no aguantamos mucho y a la hora del almuerzo decidimos volver. Antes de tomar el colectivo, pasamos por una estacion de servicio y fuimos a la parada con una botella de litro y medio, una de Coca y otra de agua, cada uno en su mano. De los mayores placeres con el calor del mediodia, mirando la montaña y con la brisa caliente por el rostro.
Un detalle, no encontrabamos el 15 que volvia, pasaban varios con diferente numero hasta que preguntamos a una señora con un ingles mas basico que el nuestro. Entendimos que cambia el numero, es decir, a la ida es el 15 y a la vuelta es el 16. Alguna razon debera tener, la explicación es que como Eilat es tan pequeño, hay sitios donde confluyen ambos sentidos del bus y en muchos casos pueden confundir. Por ende, de esta manera es mas facil reconocer cual es el correcto que te llevaria al lugar adecuado.
Comimos en el lugar ya favorito, donde venden tamben supremas aparte de shawarma y falafel. Pasamos por el hotel para agarrar los inflables e ir a la zona norte nuevamente. Teniamos el pase libre del dia con el boleto de la mañana y habia que amortizarlo, para que caminar si nos deja a unos pasos. No se cuanto tiempo habremos estado acostados tomando sol y cada tanto mojandonos los pies y el cuerpo. Al mismo tiempo sacamos una infinidad de fotos con la funda que encontro la utilidad en los ultimos dias del viaje. Es precioso este lugar, no me canso de firmarlo, tiene algo especial, un aroma a tranquilidad a pesar de la fama de Israel donde por momento genera miedo. Incluso en varias de las fotos posa de fondo la bandera de Jordania.
La vuelta fue con mayor paciencia, tardo bastante el 16 y esperamos mientras caia la tarde. Volvimos al hotel, pasamos por la pileta y en la habitación nos pusimos a pensar. Al otro dia ibamos a ir a Tel Aviv, habia que buscar hoteles, ya teniamos el pasaje, pero hubo un momento magico de imaginación en Tati. La idea que surgio fue quedarnos directamente aca, en la playa que tanto nos gusto y evitar tanto viaje. La verdad que lo que conocimos es mucho mejor para quedarse en el hotel y nos fijamos los horarios. Decidimos el sabado a la noche viajar y llegar bien temprano a la mañana para ir directo al aeropuerto. Por suerte pudimos cambiar el pasaje y cumplir con lo pensado.
Con alivio nos fuimos a dormir ya que al otro dia no teniamos que dejar el hotel, teniamos una jornada mas de pileta y de aire acondicionado en una ciudad maravillosa para quemarnos aun mas y volver bien tostados a Buenos Aires.






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