La habitación es un caos. Tres valijas
abiertas, los bolsitos, los toallones estirados encima de los inflables, cables
por todos lados y olor a humedad. Pero lo mas importante estaba garantizado: el
aire acondicionado. Por la noche tenemos frio, nos tapamos hasta las orejas, de
esta forma se disfruta dormir. Nos levantamos temprano para un dia especial.
Primero tomamos el desayuno y preparamos
todo para estar a las 10 en la estacion de bus y tomar el 15. Nunca vi un
colectivo mas vueltero, va al norte de la ciudad para acumular pasajeros y
recien ahí comienza su camino a la zona sur. Agarramos la ruta e imagine un
viaje extenso. Todo lo contrario, en solo algunos minutos llegamos a Coral
Beach, un emprendimiento privado y absurdo. Cobra una entrada muy cara, ademas
del alquiler de objetos para bucear cuando a solo unas cuadras esta la misma
playa y sin ninguna necesidad de reducirse al espacio que proponen.
Hay poca arena que se mezcla con piedras
pequeñas y reciben el golpe tenue del mar rojo, de sus pocas olas. El color del
agua es algo nunca visto, totalmente transparente como ya habiamos conocido,
pero esta vez con algunos agregados. Hay peces nadando al lado nuestro a cinco
metros de la orilla con toda la tranquilidad, de variedad de colores y tamaños.
Me acerco con cautela, hasta el punto de estar a centímetros y cuando se dan
cuenta y huyen rapidamente. Son una belleza.
En mi caso que amo el mar puede ser muy
lindo, sin embargo para Tati todo lo contrario. Intento enfrentar ese miedo que
tiene desde que la conozco por los peces, de aquel momento que estuvimos en las
playas de Brasil y se me trepo cuando aparecieron algunos peces diminutos. La
diferencia que existe en Eilat es que desde afuera del agua se pueden ver con
mucha facilidad, entonces meter la cabeza resulta a veces complicado.
Por otro lado hay gente muy acostumbrada
que en el sitio donde esta plagado de animales flojan como si no existiera
nada, un extremo al que no llego por el momento. Tomamos sol, no aguantamos
mucho y a la hora del almuerzo decidimos volver. Antes de tomar el colectivo,
pasamos por una estacion de servicio y fuimos a la parada con una botella de
litro y medio, una de Coca y otra de agua, cada uno en su mano. De los mayores
placeres con el calor del mediodia, mirando la montaña y con la brisa caliente
por el rostro.
Un detalle, no encontrabamos el 15 que
volvia, pasaban varios con diferente numero hasta que preguntamos a una señora
con un ingles mas basico que el nuestro. Entendimos que cambia el numero, es
decir, a la ida es el 15 y a la vuelta es el 16. Alguna razon debera tener, la
explicación es que como Eilat es tan pequeño, hay sitios donde confluyen ambos
sentidos del bus y en muchos casos pueden confundir. Por ende, de esta manera
es mas facil reconocer cual es el correcto que te llevaria al lugar adecuado.
Comimos en el lugar ya favorito, donde
venden tamben supremas aparte de shawarma y falafel. Pasamos por el hotel para
agarrar los inflables e ir a la zona norte nuevamente. Teniamos el pase libre
del dia con el boleto de la mañana y habia que amortizarlo, para que caminar si
nos deja a unos pasos. No se cuanto tiempo habremos estado acostados tomando
sol y cada tanto mojandonos los pies y el cuerpo. Al mismo tiempo sacamos una
infinidad de fotos con la funda que encontro la utilidad en los ultimos dias
del viaje. Es precioso este lugar, no me canso de firmarlo, tiene algo
especial, un aroma a tranquilidad a pesar de la fama de Israel donde por
momento genera miedo. Incluso en varias de las fotos posa de fondo la bandera
de Jordania.
La vuelta fue con mayor paciencia, tardo
bastante el 16 y esperamos mientras caia la tarde. Volvimos al hotel, pasamos
por la pileta y en la habitación nos pusimos a pensar. Al otro dia ibamos a ir
a Tel Aviv, habia que buscar hoteles, ya teniamos el pasaje, pero hubo un
momento magico de imaginación en Tati. La idea que surgio fue quedarnos
directamente aca, en la playa que tanto nos gusto y evitar tanto viaje. La
verdad que lo que conocimos es mucho mejor para quedarse en el hotel y nos
fijamos los horarios. Decidimos el sabado a la noche viajar y llegar bien
temprano a la mañana para ir directo al aeropuerto. Por suerte pudimos cambiar
el pasaje y cumplir con lo pensado.
Con alivio nos fuimos a dormir ya que al otro dia no teniamos que dejar el hotel, teniamos una jornada mas de pileta y de aire acondicionado en una ciudad maravillosa para quemarnos aun mas y volver bien tostados a Buenos Aires.
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