El primer hostel que reservamos, una habitación
compartida con otras dos personas totalmente desconocidas, no sabemos su edad,
de donde vienen, si son mujeres u hombres, gran incertidumbre. Dejamos las
valijas en una habitación y fuimos a pasear hasta que llegue la hora del Check
in. Nos aconsejaron ir a conocer la catedral de la ciudad, el lugar mas
importante que es la Notre Dame.
Nunca pensamos que ibamos a tener que subir por calle tan en subida, el
descanso del barco se fue en unos minutos. Sin embargo, el fin justifica los
medios, y en semejante medida. La vista es incomparable, se puede ver toda la
ciudad y alrededores, el puerto, la playa, las innumerables montañas y algunas
islas a lo lejos. En la cima esta la virgen con Jesus en sus brazos, de 12
metros de altura, con casi 10 mil kilos de oro que es la escultura mas preciada
de Marsella. El lugar es ideal para el turista ya que permite ver en 360 grados
todos los paisajes posibles que uno no puede sacar el dedo de la camara de
fotos.
Comimos una pizza después de mucho tiempo, con
papas fritas y un agua grande enfrente del hostel y fuimos a la habitación.
Habia dos mochilas y ropa en dos camas que parecian ser de hombre y precisamente
fue asi. Dos canadienses que me hicieron practicar el ingles durante todo el
dia. Hablamos de todos los temas, muy buena onda, nos describieron Canada y sus
vidas, nosotros hicimos lo propio. Incluso en la noche nos quedamos hablando
con unas bebidas que nos invitaron.
En
la cena me di cuenta de algo peculiar. Hicimos unos fideos en la cocina, con
aceite que agarramos a escondidas, sin manteca y solo con sal. En una mesa de
50 centimetros de diametro y con el agua que habia sobrado del almuerzo. Pensar
que la noche anterior vivimos el lujo mas grande de todos y al dia siguiente
todo lo contrario con la misma felicidad. Me pude dar cuenta que en el viaje lo
primero es la compañía y los lugares son secundarios. Con Tati podemos estar en
cualquier lado que siempre vamos a tener algo de que hablar, algunas risas como
con el chino de al lado que se tiraba eructos con total normalidad o momentos
de lujos como en el barco que le acomodo la silla antes de sentarse para estar
a tono con el resto.
Disfrutamos cada momento y, aunque es difícil,
tratamos de pensar lo menos posible en lo que ya paso y lo que falta, dos
semanitas. Mañana vamos a Barcelona, en un tren muy tempranito y con dos
paradas porque el resto se agoto todo, pusimos la alarma a las 6:30, veremos si
podremos levantarnos.
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