No
entiendo si tengo que cambiar el día en algún momento, es que generalmente ésto
ocurre cuando uno se despierta. Pero, la última vez que dormí fue el sábado a
la noche y acabamos de llegar a Tel Aviv siendo martes a las 4 de la madrugada.
Bajamos
y en el aeropuerto ya se sentía el calor del verano. Pasamos por la seguridad
que te hace preguntas antes de ingresar al país y rápidamente encontramos las
valijas. Me puse contento cuando el celular de Tati se conectó al Wifi ya que
era un horario ideal para llamar a casa (lunes a las 10 de la noche, 6 horas
menos que acá). Hablamos con papá y mamá, comentamos como fue el viaje agotador
y nos saludamos hasta mañana que se van a Buzios.
Cambié
pocos Shekels (el cambio esta 4 a 1 con respecto al dólar, un poco mas caro que
el peso) antes de subir al micro y la ropa por una bermuda, remera y ojotas. Nos
recibió Benjamin, el guía que no paro de hablar con mucha buena onda. Nació en
Uruguay por lo que habla todo en español a diferencia del chofer que no le
escuche la voz.
Nos
llevaron directamente a un Kibutz, como si fuera un barrio cerrado donde hace
un tiempo se manejaban de manera utópica similar al Comunismo, según nos
explican. Luego de un tiempo se privatizó la mayoría y se modificó en su
esencia. Ahí desayunamos, algunos comieron ensaladas de todos los gustos. En mi
caso pan con queso, facturas y postresitos como si fueran Shimis muy ricos, con
Jony prometimos competencia para ver quien come más.
Nos
dieron la bienvenida a través de un representante de Taglit que se llama
Ezequiel. Contó de las experiencias que nos van a dejar compartir estos
momentos, nuevamente comentó las reglas de no emborracharse, drogarse, robar y
finalizó con un cuento muy lindo: dos personas en el desierto, sin agua, a
punto de morir que se encuentran con un viejito que a cambio de salvarlos les dice
que tienen que ir a un lugar con piedras en el bolsillo. Solo llevan unas pocas
y a la mañana siguiente se convirtieron en oro. La moraleja: levantar y
disfrutar todas esas experiencias (piedras) de estos días y aprovechar cada
hora del viaje.
Emprendimos
camino hacia el norte de Israel, nuestro primer objetivo. Dos horas de viaje en
micro, con un calor que atraviesa los vidrios, con el cansancio acumulado, pero
disfrutando de la belleza de los paisajes que se encuentran al costado de la
ruta. Muchas montañas, árboles con variedad de flores y casas en las alturas.
Pasamos
por Haifa, una de las ciudades más pobladas, y nos dirigimos hasta la frontera
con Líbano y al punto más alto del Mediterráneo en Israel. La ciudad se llama
Rosh Hanikra, donde el agua del mar golpeó tanto unas piedras durante siglos
que formaron unas cuevas que recorrimos. El sol era sofocante, una hermosa
vista con el mar de fondo y mucha historia. Vimos una película y recorrimos el
lugar. En la Segunda Guerra
Mundial este lugar tuvo un rol preponderante, como refugio para sobrevivientes
del Holocausto y lugar estratégico en la independencia israelí nunca reconocida
por Líbano y que ocasionó continuos conflictos.
Antes
de irnos nos encontramos ese límite, no se puede pasar y hay una guardia
militar. Justo había un velorio de un libanés que tenían permitido llegar hasta
este sitio y luego pasa sólo la ambulancia donde traslada el cuerpo sin los
familiares. Una verdadera locura.
A
20 minutos de distancia estaba Akko (Acre), un sitio legendario donde la
historia aparece en cada rincón. Es imponente lo que realizaron hace siglos y
qu todavía no ha sido descubierto. Los cruzados vivían ahí hasta el despojo por
parte de la iglesia. Estaba su sala de reuniones, el baño, una cárcel que se
utilizó para presos políticos. Es el templo de muchas religiones, sagrado.
Tiene la particularidad de convivencia entre árabes y judíos con respeto de
ambas partes. El mercado era muy extraño, lleno de negocios y mucha comida que
solo comí fruta. En esta fecha están celebrando una de sus fiestas donde no
pueden comer durante el día que dura desde las 6 de la mañana hasta las 10 de
la noche.
Nos
fuimos para el hotel en Tiberias por fin (una hora de viaje), después de estar nómades desde que salimos. Nos
recibieron con jugo porque es increíble el calor que hace. Por suerte el aire
acondicionado es muy bueno y las habitaciones de 3 personas que comparto con
Dani y Ari.
Dormimos
una siesta ansiada hace largas horas, nos duchamos y cenamos. Una actividad que
redondeo la bienvenida con el “juego del paquete” y libertad para ir a descansar.
Mañana tempranito hay que levantarse, a las 7 desayunamos.
YA LEIDO, Y FELIZ DE QUE LO ESTEN PASANDO GENIAL!
ResponderEliminarA SEGUIR DISFRUTANDO