domingo, 29 de julio de 2012

El Shabat

By Ale... (Gracias)

La rutina cambió radicalmente el sábado. En realidad, ya desde el viernes a la tardecita nos dimos cuenta que el Shabat se iba a sentir, sobre todo en Jerusalén. El sábado entonces, comenzó de manera atípica. Por única vez en el viaje pudimos levantarnos a las 10.30, algo histórico. Esas horitas extras nos renovaron, y pudimos empezar el shabat con otras energías. Muchos de nosotros hasta resignamos el desayuno para poder estar un ratito más acostados. Mientras tanto, algunos recibían visitas de familiares dentro del hotel.

Para empezar la “mañana” (ya eran las 11 a.m.), tuvimos una pehulá  con Beto, el Moré Shabat. El juego fue uno de mis preferidos, una trivia. Nos dividimos en grupos y fuimos contestando preguntas sobre diferentes temas de Israel. Después de la competencia (donde, a pesar de correr siempre con desventaja, nuestro grupo se declaró ganador absoluto), almorzamos en el hotel. Gracias al aire acondicionado que nos acompañó durante la comida, pude (también por primera vez desde que estoy en Israel!), probar el falafel. Hasta ahora no había tenido el placer, porque el calor no me invitaba a comer otra cosa que no fuera alguna fruta, o algo fresco. Igualmente, según Danielle, (una de las jaialot), el falafel no era muy bueno… así que tendré que probarlo en alguna otra ocasión para dar mi veredicto.
Después del almuerzo, partimos  hacia el Museo de Israel. Fuimos caminando, porque al ser Shabat no se puede viajar en auto (entre muchas otras cosas). Así fue que, después de una calurosa caminata por las calles de la ciudad, llegamos a destino. Lo primero que vimos, nos impactó a todos. Una enorme maqueta de lo que era el Templo y sus alrededores se ubicada en el centro del predio. No tengo idea de las medidas, pero era gigantesca. Recorrimos el lugar, mientras Benja nos explicaba un poco más sobre la vida en esa época. Después fue el turno de visitar el Kneset (parlamento). Por supuesto, siempre caminando. Me quedé con ganas de entrar para verlo por dentro, pero… era Shabat, así que estaba cerrado. Nos tuvimos que conformar con verlo desde afuera, aunque de todas maneras era imponente. Lo vimos desde una pequeña plaza en la que se levanta un monumento en forma de Menorah.
La temática política predominó durante todo el día. Desde la ida al museo, se podían ver diferentes grupitos hablando sobre distintos temas. Así que el plan que nos esperaba acuando llegáramos al hotel no desentonó ni un poco. Marcelo, un periodista de Clarín que vive en Israel hace muchos años, nos estaba esperando para contarnos un poco sobre la situación que se vive en este momento en el país, y su relación con los países árabes, y con el pueblo palestino. Para eso, vimos también cuestiones históricas que nos ubicaron un poco más en contexto. Ahora puedo decir que se un poco más acerca de la diferencia entre Sunitas y Chiítas, o de los diferencia entre árabes y musulmanes.
Inmediatamente después, bajamos a cenar. En mi plato convivieron (como de costumbre desde que llegué acá), todo tipo de ensaladas, arroz, y POR SUPUESTO, Hummus. Estábamos todos muy cansados, pero la seguidilla de actividades igualmente siguió. LA pehulá de la noche significó una previa a lo que haríamos el día siguiente, la visita a Yad Bashem. Leímos algunas historias sucedidas en el holocausto, discutimos acerca de nuestros valores, y reflexionamos sobre lo que significaban las acciones llevadas a cabo por los Justos de la Humanidad, es decir, aquellas personas que durante la Shoá arriesgaron su vida y las de sus familias para salvar una vida.
Después de la actividad, lo único que necesitaba era bañarme. Después de una buena ducha, bajé al lobby del hotel. Ahí me encontré con varios de los chicos que estaban estrenando el Narguile que había comprado Martu el día anterior en el mercado. El shabat ya había terminado, también las energías se habían agotado. Y el día que nos esperaba a la mañana siguiente pintaba duro. Así que después de un poco de Narguile, unas manos de Uno, y una fiesta super fallida que nunca existió, volví a mi habitación a descansar un poco.

sábado, 28 de julio de 2012

The Wall

 Una mañana especial, quizá la mas esperada, la mas ansiada cuando uno esta por viajar. Desde temprano pensando como sería verlo, que sensaciones pueden provocar, como se comporta la gente que lo visita, quienes lo hacen. Me contaron muchas anécdotas, unos que se emocionan y otros que sienten que es solo una pared. Toda la curiosidad se mantiene hasta vivirlo. Hoy, al Kotel, al Muro de los Lamentos. Hoy, a ver el lugar en el mundo donde el pueblo judío se identifica y donde se ubico en dos oportunidades el Templo, y que años mas tarde fue destruido por diferentes imperios y causas difíciles de entender.
            En el desayuno nos presentaron a nuevos compañeros: Leandro, Tamar, Danielle, Adaz y Hortal. Son chicos de nuestra edad, parecen mucho más grandes posiblemente porque debieron madurar rápido. Principalmente para realizar los tres años obligatorios de actividad en el ejercito y los 40 días anuales después de terminar este periodo. Solo hablaban ingles, por lo que entre todo intentamos presentarnos y conocernos. En el micro intentaba entender y algunas cosas no entendía. Max con Sami me traducían, pero a veces no exactamente lo que decían, a veces con cosas inventadas subidas de tono ya que igual no entendían.
En casi todas las actividades primero aprendemos a nivel teórico para luego enfrentarnos con lo práctico. Por eso es que en principio vimos una animación, donde esta reconstruido el Templo antes de su destrucción. Es increíble, una arquitectura que con la tecnología de aquel entonces parece utópico que haya sido realizado. En el patio de sus alrededores el tamaño de doce canchas de futbol, una gran escalera para el ingreso de 25 metros de altura con forma oblicua que conforma el arco más grande construido hasta ese momento. Previo al ingreso, las personas debían purificarse y la estructura tenia su techo completamente en oro.
Cuentan que para el Shabat un hombre se encargaba de tocar el shofar para avisarle al pueblo, el sonido llegaba a los oídos de todos los habitantes. Desde cualquier punto de Jerusalem era visto. El cine interactivo del Museo Arqueológico nos llevo por cada rincón, pude trasladarme a aquel lugar, a esos años y ver algo que sucedió hace dos mil años atrás.
  Además, en este museo hay cientos de muestras, diseños a escala, historias, tristezas transmitidas pero con esperanza hacia el futuro. La primera parte que vimos fue el ingreso, que mantiene todo lo posible que quedo después de la destrucción. Piedras en el piso, el principio de la escalera, escritura en una de las piedras y demostración de lo que puede llegar con el odio.
Hicimos una actividad ya conocida de las reuniones previas al viaje. EL conocido “Uy que flash” para contar un poco de nuestras vidas y que los chicos nuevos puedan involucrarse al grupo. Increíble cuando en el momento que entraron a hablar los chicos israelíes lo hicieron en español. Al principio pensamos que habían aprendido una frase y espontáneamente aplaudimos. Pero luego, comentaron que sabían el idioma, era todo una actuación, Leandro nació incluso en Argentina. Al principio sorpresa y después vergüenza por todas las cosas que habíamos dicho delante de ellos. Sami pidió perdón, al igual que Max. Fue muy gracioso el momento, de los más divertidos de los pocos días que llevamos.
Caminamos por el barrio judío, por un mercado y pasamos por un templo nuevo, construido hace dos años por estas calles. También visitamos algunos negocios. Sacamos fotos con una obra de arte que hace alusión a las calles y la gente tradicionalmente de los años que hablamos antes.
Llego el momento, Guido y Tati nos hicieron hacer una fila, uno detrás de otro, agarrados de las manos. La consigna era cerrar los ojos y caminar sin soltarse, guiarse por quien tenias delante tuyo. Bajar ocho escalones subir otros tantos, caminar derecho, doblar con las voces cerca y la gente caminando por al lado. Con un grado de ansiedad, pasos cortos hasta que llegamos al lugar indicado. Tati leyó un cuento que resumía el paso de los años, el significado de lo que teníamos enfrente, pero que todavía no podíamos ver. Las imágenes y la historia aparecían en mi mente como si fuera parte de todos estos años que transcurrieron desde la creación del Templo. Mi cuerpo temblaba y tenia piel de gallina, las manos transpiradas, la respiración acelerada y el sol que hacia aun mas intensa la situación.
¡Abran los ojos! Estaba ahí, la inmensidad del Muro, una imagen muy fuerte, difícil de describir con palabras. La impresión de que el sentido de pertenencia se fortalecía, en ese momento entendí lo que sintieron cada uno de los que me contaron. Lo teníamos a 100 metros de distancia, para verlo todo como una postal. Los ojos de muchos se enrojecieron, algunas lágrimas quedaron incrustadas en el suelo como millones, todas se juntan. Nico me pidió que le sacara una foto, no podía creer que mi mano temblara con esa velocidad, mi interior me transmitía para afuera toda esa adrenalina contenida.
Bajamos a estar cerca, antes de separarnos hombres y mujeres, Benjamin nos contó más de lo que significa. Nos sacamos fotos y cada uno por su lado. Estuve cinco minutos a dos metros sin tocarlo, no podía, me sentí indefenso, extraño. Me detuve a ver como eran las emociones de quienes me rodeaban, mucha gente ortodoxa y otros tantos laicos rezando, emocionados. Llanto que no es de felicidad, tampoco es de tristeza, es un llanto distinto a todos los demás.
Finalmente me anime, toque una de las infinitas piedras que supo mantenerse de pie a pesar de ambas destrucciones. Nunca creí mucho en la religión, pero en el Kotel lo único que se me ocurrió fue hablarle internamente, agradecerle, pedirle deseos. Fue lo que sentí. La particularidad de la división con la mujer no la comparto, encima es notoria la diferencia entre los sectores, mucho mas amplios e importantes del lado del hombre y mujeres subidas a una silla para mirar por encima de las vallas al sector de los hombres. Podría ser una cosa para corregir algún día. Nos fuimos sabiendo que en horas volvíamos para recibir al Shabat.
Media hora tardamos hasta un lugar para comer, fue en un Shuk (mercado) donde vendían de todo, no solo comida y estaba repleto de gente. Esto ocurre todos los viernes, el pueblo va a hacer las compras para el shabat. Comí dos ciruelas y un durazno mientras esperaba a que terminen Nico, Max y Ari sus respectivos falafel.
Volvimos al hotel, un rato para bañarse, descansar y volver al Kotel a empezar el Shabat. Una experiencia hermosa, ver a la gente feliz, abrazada y cantando para recibir el día de descanso. Saltamos con ellos en algunas ocasiones. No se puede creer la gente que había, de todas las corrientes de judaísmo, cada uno a su manera. Deje los deseos míos y los que me habían mandado de casa, con mucha dificultad para encontrar el lugar apropiado.
Volver fue una travesía dolorosa en algún punto. Fue caminando ya que no se puede usar un transporte. Cerca de una hora desde el Muro hasta el hotel, contando y analizando lo que siente cada uno sobre lo que vivimos ya que es muy personal. Cenamos y nos preparamos para una actividad con Beto, el que nos acompaña especialmente para compartir las vivencias de un Shabat en Israel. Es curioso que se vacíe en su gran mayoría.
Tuvimos una actividad para resumir el día, para entender en que consiste el sábado y contar entre todos que es el judaísmo a nivel personal y como se siente estando en el país. Después, me fui directo a dormir, no daba más física ni mentalmente. Los chicos se quedaron en una habitación, haciendo de este el día mas largo y más emocionante de este viaje que ya capturo el nombre de inolvidable.

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viernes, 27 de julio de 2012

Llegamos a Jerusalem


El norte va quedando atrás, fueron dos días intensos que aprovechamos cada minutos para poder hacer todas las actividades posibles, desde la parte emotiva con historia hasta la diversión en los gomones y la pileta. El tiempo esta pasando muy rápido, tratamos de disfrutar al máximo cada situación que se pone enfrente de nosotros.
            Arrancamos una nueva etapa, en la que nos dirigimos a la parte mas gruesa y jugosa de esta película, vamos a Jerusalém. La capital queda en el centro y al este del país, que limita con Jordania. Salimos muy temprano, después de desayunar, pero en el camino hicimos algunas paradas estratégicas que eran interesantes para conocer.
            La primera de ellas fue en Tzefat, una de los sitios mas legendarios del país, ya que están establecidos dos de los templos mas antiguos. El primero parecía escondido, muy pequeño en una calle pequeña e imperceptible, parece escondido. Benjamin nos dio una charla sobre lo que significa ser judio, nos preguntamos por que existimos, cual es la finalidad, algo que no tiene respuesta. Fue extraño ver a Tati con las chicas usando ropa especial ya que no se puede dejar en descubierto las rodillas y los hombros. Una curiosidad son los libros viejos. Uno se pregunta que se hace con ellos con el correr del tiempo, se guardan y, en ocasiones, se entierran porque se considera que tiene alma.
            Al salir, muchos negocios ofrecían objetos para comprar, el que mas me sorprendió fue una kipa con dibujos de River y Boca. No se quien puede tener cara para entrar al templo con un ejemplar como estos. Otro negocio extraño fue el que se exponían esculturas hechas con velas de un “Super judío”, de David y Goliat, del Arca de Noe con Winnie Poo, Simba y Timon, Tom y Jerry, Kung Fu panda, entre otros.
            El otro templo es mas grade, tiene símbolos como ningún otro y la historia cuenta que se creo en Toledo, España, y se traslado en una tormenta a Israel hace 500 años, algo difícil de creer, pero son cosas de la fe. Es posible que hayan hecho otra idéntica a kilómetros de distancia. En un terremoto se destruyo por completo salvo la parte donde se guardan las torot y lo reconstruyeron años mas tarde.
            Estaban preparando un Bar Mitzva, nos pidieron si nos podíamos retirar antes y no hubo problema. Cuando estábamos volviendo al micro venían cantando, con el shofar, filmación y toda una gran familia cantando con gran felicidad y aplaudiendo. Con buena onda acompañamos el camino por unos metros también aplaudiendo el festejo entre los familiares.
            Nos quedaba una sola actividad mas antes de meternos en la ruta con destino a Jerusalem. Ya que dije la palabra destino quiero contar que siempre se arman debates entre nosotros, puede ser de política, de economía, pero en este caso fue diferente. La consigna que surgió fue: ¿existe un destino ya marcado? ¿Uno elige su propio camino? Imposible llegar a una conclusión.
            Volviendo a lo que estábamos, llegamos a un lugar donde nos iban a enseñar sobre las letras hebreas. Con este titulo la previa uno imagina aburrida. Sin embargo, cuando hicimos la trivia para competir quien sabia mas estuvo bueno. Luego, un video en 3D con tribuna giratoria y una película con una canción que repetimos durante todo el día que eran chicos que cantaban “Ajá, ajá”. También nos llevamos nuestros nombres escritos en hebreo. En realidad, a mi no me lo habían hecho, fue gracias a Tati que lo pidió especialmente y me lo regalo.
            Ultima parada para comer. Shawarma con papas fritas y ¡Coca! Hace días no tomaba, la extrañaba mucho. Listo, no paramos mas, el próximo suelo que tocamos fue en Jerusalem.
            Se hizo larga la espera, alrededor de las 18:30 llegamos a la ciudad. Estacionamos para hacer una vista panorámica, preciosa e inigualable. Fue muy emocionante, tanta historia enfrente de nuestros ojos y algunos se empezaron a empañar, como es el caso de Carla que no podía hablar. Es difícil describir la situación, hay que estar en ese momento, imaginar lo que sucedió hace cientos de años, entender lo que significa para las tres religiones más importantes del mundo: Judaísmo, con el templo que fue destruido en dos oportunidades y no tuvo el lugar para rehacerlo, la Mezquita de los musulmanes y el Santo Sepulcro del Cristianismo. Para todos ellos este lugar es sagrado y por eso es difícil la convivencia y la pertenencia. Sacamos unas fotos preciosas.
            Nos fuimos para el hotel, no hubo mucho tiempo, solo dejamos las valijas y a cenar. Luego salimos al centro que tiene muchas peatonales, nos dirigimos todos juntos a un boliche que regalaban tragos y estuvo muy bueno. Íbamos a volver en tren, pero finalmente caminando. Dos situaciones me marcaron: tener un militar a dos metros armado y siempre atento, algo que me dio miedo y rechazo personalmente; y por otro lado, el tren que se trasladaba por el medio de la calle sin importar los peatones que caminaban por el medio, les tocaba bocina y algunos se corrían a ultimo momento.
            Me quede charlando con Tomi de su amor por la música, toca la batería en dos bandas, con Yoel que se va a probar a varios equipos de Israel y con Martu como ya es costumbre de politica.







miércoles, 25 de julio de 2012

"Recien caigo, estamos en Israel", Car


Bien temprano como dije. A las 6:30 escucho la voz de Ari que salía de bañarse y habíamos quedado que me levantaba. No me costo tanto porque cuando disfruta de lo que hace, lo lleva a cabo con alegría y a veces, aunque no esta bueno, con ansiedad. Además, para confirmar, Guido toco la puerta y fuimos a desayunar.
Tenía un preconcepto malo sobre la comida, pensé que no iba a comer nada y cada día me sorprendo más. Había para todos los gustos, desde ensaladas, café con leche, jugos, medialunas hasta chocolate caliente para los que nos gusta solo eso, somos nenes y lo sabemos.
Tenemos una jornada larga, con varios caminos por recorrer, desde la primera hora hasta caída la tarde. No entiendo como puede hacer tanto calor a las 8 de la mañana y encima por momentos estuvo nublado. Cargamos las botellas de agua como siempre y subimos al micro. Me gusta la idea de ir cambiando de asiento. Un día contra la ventana, otro con Tati, con Dani, Nico, Sami, entre todos. La buena onda que generamos esta muy bueno, cada 5 minutos se escucha la carcajada ya notoria de Nurit. En este viaje, Maia se destaco por levantarse en su asiento y mostrar abiertamente la cola ante “la barra brava de Almirante Brown”.
Llegamos al Golan, es un lugar con mucha historia, un sitio ocupado por Israel a Siria luego de la “Guerra de los seis días” y defendido oportunamente en posteriores conflictos. Justamente llegamos hasta ese límite donde pudimos ver ambos países desde una exbase militar que tenia este país estratégicamente. Dentro de esta, había un refugio. Muy oscuro por lo que algunos decidieron no entrar. Es muy extraña la manera en la que nos muestran el “Valle de las Lagrimas” donde se disputo una batalla heroica para defender a cientos de tanques sirios. Pensar que en ese lugar murieron miles de personas, para algunos por una causa justa y para otros injusta como en toda guerra.
Los paisajes son fenomenales, para cualquier lado que uno mire en esas alturas vera una postal para guardar en la memoria. Sacamos muchas fotos, filme videos y Benjamin nos contó mas profundamente esta historia, de un país que vive continuamente expectante de lo que sucede con sus “enemigos”, según sus propias palabras.
Dejamos atrás lo visual para meternos en la historia, a solamente 10 minutos de distancia entramos a un cine, donde se ocupan de doblar y subtitular películas al hebreo. Ahí nos enseñaron un documental de lo vivido en la guerra épica en la cual Israel pudo defender con 44 tanques a más de 500 que tenían los sirios. La lucha toma mayor dimensión cuando se analiza que fue un ataque en Iom Kipur y que la tecnología del atacante era muy superior con infrarrojo que permitía luchar de noche. La resistencia fue un éxito, pero las perdidas humanas fueron miles. Me conmovió ver llorar a Martina, no sabia que decir para que este bien, es dura la situación para los que creemos que la vida humana esta por encima de todo, pero Ari tuvo la palabra justa que fue “orgullo” por luchar a pesar de la desventaja.
Dejamos atrás una mañana triste, pero que este gran grupo sabe entender la situación y al mismo tiempo nunca perder la alegría. En casi una hora llegamos a una actividad muy divertida, me encanto realmente. Anduvimos en Kayak por un río que te llevaba a través de una corriente. Los gomones eran de a seis personas. Mi grupo arranco primero conformado junto con Ari, Tomi, Dahyana, Kari y Martu. Me reí y me moje como hace tiempo no lo hacia. A medida que se nos acercaban nuestros perseguidores había una disputa por quien empapaba mas al otro. Chocamos todo el tiempo contra los costados, contra árboles, quedamos enganchados y Tomi se bajo a empujar. En definitiva, terminamos anteúltimos, gracias que llegamos y luego nos metimos al agua.
En menos de un minuto uno ya esta seco. Solo con malla y apuntando hacia el sol es suficiente para secar la ropa. Un micro nos traslado hasta el lugar de origen donde nos esperaba el nuestro. Eran casi las 2 de la tarde y teníamos hambre y mucha sed. Nos llevaron a un lugar muy lindo a almorzar, era al aire libre con mesas como en un club y cada uno se servia su supremas con papas fritas y ensalada. Lo único que siento que me falta en la sangre en Coca, no puedo creer lo poco que estoy tomando, casi siempre agua o jugo.


Charlamos un rato, aprovechamos para ir al baño y emprendimos viaje nuevamente, el regreso con paradas en el medio. La primera de ellas en un cementerio reconocido donde descansa el cuerpo de Rachel, una famosa poetisa de Israel. No fue muy extensa, pero tenía una contradicción ya que ahí enterraban a gente que vivió en un Kibuts y supuestamente todos son iguales, pero las tumbas no representan aquella igualdad.


Muy cerquita y antes de llegar al hotel fuimos a unas termas, obviamente a piletas del lado externo y con agua que estaba tibia del sol. Disfrutamos un largo rato todos en el agua salada haciendo juegos, con risas y muchas fotos. Fue la actividad ideal para relajar de un día intenso, con situaciones lindas y otras no tanto.


No puedo creer lo bien que me llevo con Tati, me divierto mucho, me gusta que siempre estamos pendientes uno del otro y compartir la alegría de un viaje con ella particularmente me enamora aún mas.
Volvimos caminando al hotel, solo a 3 cuadras, con Martina hablando de la Campora, de Futbol para Todos y de muchos temas de política que me encanta debatir. Si a mi me gusta, nadie se imagina la pasión que tiene ella. Nos dieron poco tiempo para bañarnos, cambiarnos y cenar a las 8 puntual. Otra vez gran variedad, con supremas, pollo, papas, choclo y ciruelas y duraznos de postre.
Luego, una actividad particular de música judía, donde una mujer nos enseño la historia de la misma a lo largo de los años, incluso antes de la independencia hasta la actualidad. Bailamos canciones conocidas, algunas esquivaron el ridículo y otros le pusimos el pecho a la situación.
Finalmente realizamos la ultima actividad del día en la terraza. Festejamos el cumple de Fer, el mendocino y jugamos a las escondidas para agotar las energías mínimas que quedaron.
Como dijo Carla, hoy caí que estoy en Israel, con todo o que significa, con los errores y los aciertos, la belleza y la disputa por el territorio, la paz y la guerra a la vuelta de la esquina. Todo conjugado en una Nación, que tiene un crecimiento como pocas y es el templo de muchas religiones.

martes, 24 de julio de 2012

Rosh Hanikra, Akko, Tiberias


No entiendo si tengo que cambiar el día en algún momento, es que generalmente ésto ocurre cuando uno se despierta. Pero, la última vez que dormí fue el sábado a la noche y acabamos de llegar a Tel Aviv siendo martes a las 4 de la madrugada.
Bajamos y en el aeropuerto ya se sentía el calor del verano. Pasamos por la seguridad que te hace preguntas antes de ingresar al país y rápidamente encontramos las valijas. Me puse contento cuando el celular de Tati se conectó al Wifi ya que era un horario ideal para llamar a casa (lunes a las 10 de la noche, 6 horas menos que acá). Hablamos con papá y mamá, comentamos como fue el viaje agotador y nos saludamos hasta mañana que se van a Buzios.
Cambié pocos Shekels (el cambio esta 4 a 1 con respecto al dólar, un poco mas caro que el peso) antes de subir al micro y la ropa por una bermuda, remera y ojotas. Nos recibió Benjamin, el guía que no paro de hablar con mucha buena onda. Nació en Uruguay por lo que habla todo en español a diferencia del chofer que no le escuche la voz.
Nos llevaron directamente a un Kibutz, como si fuera un barrio cerrado donde hace un tiempo se manejaban de manera utópica similar al Comunismo, según nos explican. Luego de un tiempo se privatizó la mayoría y se modificó en su esencia. Ahí desayunamos, algunos comieron ensaladas de todos los gustos. En mi caso pan con queso, facturas y postresitos como si fueran Shimis muy ricos, con Jony prometimos competencia para ver quien come más.
Nos dieron la bienvenida a través de un representante de Taglit que se llama Ezequiel. Contó de las experiencias que nos van a dejar compartir estos momentos, nuevamente comentó las reglas de no emborracharse, drogarse, robar y finalizó con un cuento muy lindo: dos personas en el desierto, sin agua, a punto de morir que se encuentran con un viejito que a cambio de salvarlos les dice que tienen que ir a un lugar con piedras en el bolsillo. Solo llevan unas pocas y a la mañana siguiente se convirtieron en oro. La moraleja: levantar y disfrutar todas esas experiencias (piedras) de estos días y aprovechar cada hora del viaje.
Emprendimos camino hacia el norte de Israel, nuestro primer objetivo. Dos horas de viaje en micro, con un calor que atraviesa los vidrios, con el cansancio acumulado, pero disfrutando de la belleza de los paisajes que se encuentran al costado de la ruta. Muchas montañas, árboles con variedad de flores y casas en las alturas.
Pasamos por Haifa, una de las ciudades más pobladas, y nos dirigimos hasta la frontera con Líbano y al punto más alto del Mediterráneo en Israel. La ciudad se llama Rosh Hanikra, donde el agua del mar golpeó tanto unas piedras durante siglos que formaron unas cuevas que recorrimos. El sol era sofocante, una hermosa vista con el mar de fondo y mucha historia. Vimos una película y recorrimos el lugar. En la Segunda Guerra Mundial este lugar tuvo un rol preponderante, como refugio para sobrevivientes del Holocausto y lugar estratégico en la independencia israelí nunca reconocida por Líbano y que ocasionó continuos conflictos.
Antes de irnos nos encontramos ese límite, no se puede pasar y hay una guardia militar. Justo había un velorio de un libanés que tenían permitido llegar hasta este sitio y luego pasa sólo la ambulancia donde traslada el cuerpo sin los familiares. Una verdadera locura.
A 20 minutos de distancia estaba Akko (Acre), un sitio legendario donde la historia aparece en cada rincón. Es imponente lo que realizaron hace siglos y qu todavía no ha sido descubierto. Los cruzados vivían ahí hasta el despojo por parte de la iglesia. Estaba su sala de reuniones, el baño, una cárcel que se utilizó para presos políticos. Es el templo de muchas religiones, sagrado. Tiene la particularidad de convivencia entre árabes y judíos con respeto de ambas partes. El mercado era muy extraño, lleno de negocios y mucha comida que solo comí fruta. En esta fecha están celebrando una de sus fiestas donde no pueden comer durante el día que dura desde las 6 de la mañana hasta las 10 de la noche.
Nos fuimos para el hotel en Tiberias por fin (una hora de viaje), después de estar nómades desde que salimos. Nos recibieron con jugo porque es increíble el calor que hace. Por suerte el aire acondicionado es muy bueno y las habitaciones de 3 personas que comparto con Dani y Ari.
Dormimos una siesta ansiada hace largas horas, nos duchamos y cenamos. Una actividad que redondeo la bienvenida con el “juego del paquete” y libertad para ir a descansar. Mañana tempranito hay que levantarse, a las 7 desayunamos.

Llegó el día


Todavía no caigo. Tantos días antes esperando, con la cuenta regresiva y por fin llego. Tantas noches con sueños, algunas pesadillas, pero es una certeza. Nos vamos de viaje. Sin embargo, este tiene un sabor especial, no es uno más, todo lo contrario. El destino y el tiempo son protagonistas de esta aventura. Digo dos meses y suena solo como una frase hecha, no puedo tomar la dimensión de lo que sucederá en las próximas semanas.


La mayor apuesta es disfrutar el “hoy”, sin pensar tanto en lo siguiente ni en el “mañana”. Cada momento, cada paso y cada mirada son fundamentales. Sé que dentro de algunos años quedará marcada cada una de las anécdotas.
El condimento increíble será compartir todos estos momentos con mi amor, Tati, convivir prácticamente, caminar por esta travesía tan especial y ayudarnos uno al otro. El idioma, las costumbres y muchos países en los cuales la misión es aprender de la experiencia. Sabemos que la oportunidad que se puso enfrente es única. Posiblemente sea irrepetible, a esta edad nos podemos dar el lujo, pero de grandes las cosas cambian.
Me costó mucho dormir la noche anterior. No era el miedo al avión. Quizá una mezcla de ansiedad, locura, felicidad. Muchas sensaciones se unificaron para que la cabeza no pare de pensar en el día siguiente. Finalmente desperté a las 10 de la mañana, en mi cama estirado y pensando también que no voy a dormir solo, afortunadamente, por un tiempo prolongado. La ducha confirmó que no estaba soñando, que el día había llegado. Los últimos detalles son los mas delicados, el momento en que no hay que olvidarse nada en casa. Llamaron muchos para despedirse, como si me fuera a vivir a otro lugar, con cientos de consejos y advertencias. Antes de irme despedí a Milton, seguramente sabe en su interior que me voy, estuvo al lado mío en todas las confirmaciones de los vuelos y hoteles, preparando la valija.
Puse la alarma de casa y salimos, va a ser extraño no estar en tanto tiempo, me siento raro sin llaves, sin tantas preocupaciones y con tanta gente buena alrededor que me pide que gaste y disfrute todo lo que pueda. En la camioneta me dejaron ir adelante como a un invitado estelar. No había nadie en la autopista, llegamos rápido y en Ezeiza había poca gente. Por casualidad o causalidad llegamos al mismo tiempo con la familia de Tati. Empecé a ver caras conocidas: los madrijim, compañeros, sus familiares. Las caras eran de “no puedo creer que ya nos vamos”, una actitud unánime. Encontramos valijas de todos los tamaños, siempre esta el que lleva un bolsito mini, fue Tomi, el chico de La Plata que me comento que llegó en micro. En el otro extremo, muchos con bolsos enormes, como en mi caso, y la sensación de que no llevamos nada.
Rápidamente hicimos el “Check in” y a las 13:45 nos encontrábamos en la escalera mecánica. Alan y Daiu me compraron una gorra de Argentina para usar con orgullo, sobre todo en Nápoles y Londres. Debíamos despedirnos. Primero Dani, Moni y Cami y después lo mas difícil. Alan, Daiu, luego Papa y por último Mama, que se le notaba que intento en todo momento aguantar el llanto y no pudo lograrlo en el final (al igual que Dani). Era una película, yéndonos por la escalera y sacudiendo los brazos con ese saludo que no tiene final.
Nos juntamos todos en ronda, con Tati (madrijá) y Guido que nos dieron las instrucciones para emprender el viaje y entramos. Migraciones, declaración de objetos que llevamos y al Free Shop. Nos dieron una hora para pasear y fuimos al VIP de American Express, donde lamentablemente Tati no pudo entrar, pero después le saqué comida en la mochila. Incluso, como Nico Zayat tenía la Platinium, ingresamos al sector especial. Bebidas, snacks, sandwichitos, de todo. Con un gusto aún más rico que es el aperitivo de la gratuidad.
Fuimos entrando a las 16 al avión. Cada uno en su lugar y por suerte al lado de Tati. Ella contra la ventana y yo al costado en el asiento 38J, con miedo obviamente, pero tratando de relajar, con la pelotita que me dio para apretar. En el monitor no había mucha variedad, incluso casi todo en inglés y alemán por la aerolínea Lufthansa. Si no nos decían, nos dábamos cuenta por la puntualidad.
Ruido de turbinas, preparado en la pista y comenzó la travesía. Despegamos con maestría, no había viento, el cielo despejado, día perfecto para volar. Dio unos giros y rápidamente estuvimos encima de las nubes. Antes de las 18:30 nos dieron la cena. No tenía nada de hambre y era Kosher. Igualmente comí algo de la carne con la pasta y el postre de manzana.
Las horas no pasaban, miraba el reloj cada diez minutos y era increíble. Si hay cosas difíciles, una de ellas es dormir en un avión. Todavía peor cuando el botón para reclinar mínimamente el asiento no funciona. Mil intentos y todos fracasos. Se hizo de noche y la mayoría durmiendo, algunos aprovechando doble lugar y otros en posiciones insólitas. No era mi caso, camine por el pasillo, hable con los chicos y comimos Toblerone, prácticamente te pedían por favor que comas y tomes. Nos conocimos un poco más, analizamos los destinos y tratamos de coincidir con alguno.
Dormí algo antes de llegar a Frankfurt. Empezó a aterrizar. Ponerse los cinturones, comenzó la otra parte complicada. Se movió muy poco, incluso cuando las ruedas tocaron el suelo ni se sintió. Hubo aplausos de descargo por haber llegado luego de un viaje muy largo, cerca de 13 horas. Falta mucho, hicimos el ingreso y 10 horas de tiempo hasta la conexión hasta Tel Aviv. Es un aeropuerto enorme, dicen que el mas grande de Europa. Solo comentar que nos tomamos un micro y caminamos bastante para llegar al sector apropiado. Genera envidia ver el suelo y ver la limpieza sin un solo papel. El orden, aunque a veces esa autoridad sobrepasa los límites.
Hicimos tiempo, no quedaba otra, pudimos recorrer todo el aeropuerto, comimos en Mc Donald’s donde pude pagar con débito. Increíblemente, luego de pasar por el Free Shop y de algunos locales como Tiffany & CO, nos encontramos con el “Casino Airport Frankfurt”. Nunca pensé que podía existir en este lugar un casino, hasta donde llega el vicio por vencer al tiempo. Sin embargo, no había mucha gente, quizá porque la mínima era 10 euros. Sólo entramos para conocer y ver los símbolos en alemán muy extraños.
La espera fue tediosa, por suerte con algunas actividades, otras siestas y con lectura de revistas pasaron las casi 12 horas. Internet era pago, tanto en el aeropuerto como en el avión, algo así como 11 euros la hora. Último tramo, no imaginé que tanta gente podía viajar desde esta ciudad a Tel Aviv, el avión aún más lleno que el primero y solo en el asiento 38 G. No hubo suerte en la elección de asientos cuando hicimos el Check In en Ezeiza. Despegó a las 22:50, con cerca de 4 horas por delante aproveché para descansar, cenar y pensar en el viaje. Faltaba poquito para llegar, Israel a pocos minutos.